Kokura
Porque alguien dijo una vez que las guerras empiezan por la ambición de la autoridad, y terminan con la desgracia de los pueblos. Nadie lo oyó, sus palabras se perdieron en el abismo insondable de la implacable muerte, una muerte que cubría la humanidad más recóndita con su manto, una capa roja incrustada en piedras, y cuya guadaña era el cetro que nucleaba su infinito poderío.