martes, 9 de marzo de 2010

Ficciones IV

Su Pertenencia

Toda la habitación era un caos. El destrozo evidenciaba las circunstancias, los tristes hechos. Minutos antes, sus manos recibían el finísimo trozo de papel, la cruel invitación. No podía asistir. Él no sería capaz de acudir a presenciar la unión de la persona que amaba con alguien ajeno a ellos. Se habían amado como nunca jamás lo habían hecho, y, creían, como nadie más había amado jamás en el mundo, por eso le era imposible comprender como en una sociedad que se jactaba constantemente de progresista se les prohibía una felicidad que debía ser innegable. Lloró al recordar sus ojos, su mirada sagaz, abrazada ahora por esos repugnantes rizos dorados, ellos, que le habían arrebatado a él el motivo de su vida. Por eso, al leer esas líneas amargas de notificación formal arrojó lejos la silla que lo contenía. Y así comenzó.

Las hojas cobrizas se agolpaban con violencia en los cristales, los muebles y adornos de la sala arremetían contra el piso, las paredes, arrojados por él, con el impulso de una ira insaciable. Y en medio del desastre, se acomodó a pensar. El rechazo familiar constituía una de las principales excusas, alimentadas por la negación y el desprecio del entorno humano en el que estaban irremediablemente inmersos, agravadas por la posición socioeconómica de ambas familias. Alternaba a veces la idea de un futuro incierto juntos, y la ruina de su carrera artística.

De forma repentina, sus pensamientos se tornaron en reversa, dibujándole una sonrisa. El ímpetu de la hojarasca marchita que acompañaba la brutalidad del vendaval exterior le devolvió el orgullo, despertó su egoísmo. Mareose en la habitación, recordó luego, y tuvo una idea que estaría feliz de convertir en realidad. Se sintió más enamorado que nunca, y más dueño del deseo que apropió el cuerpo que le habían arrebatado cruelmente. Pero así, solo así, llevando a cabo su macabro plan se aseguraría de que nadie se apropiase jamás de sus pertenencias. Y sus sentimientos, ese sentimiento en particular, eran su pertenencia más preciada, acaso la única. Pensó que por eso mismo, en virtud del resguardo de su propiedad tenía la libertad de obrar a su antojo. Es así que decidió que iría.

El día de la celebración se vistió elegantemente, con sumo cuidado. Un traje costoso, camisa de seda, la corbata que le habían obsequiado, zapatos brillantes en perfecta sintonía, el cuchillo en su bolsillo. Porque él no olvidaba nada. Se le nubló la vista frente al espejo. La primera vez se habían encontrado en la plaza pública al anochecer, y su mirada, esa mirada intuitiva y de elegante voracidad, le había formulado la propuesta preliminar. Escondidos entre la arboleda desierta, ahogándose en sus labios entre el río de gotas salobres que no pudo evitar, porque sabía que estaba prohibido, que la existencia de un nuevo encuentro era incierta, que estaban condenados a desaparecer enterrados en la memoria que selecciona entre los recuerdos convenientes, resistiendo a aquella parte de ellos mismos que rehusaría dejar en el pasado el placer.

Se abotonaba la camisa y sintió los vestigios de su aroma. La remembranza azotaba su cordura, trayéndole imágenes de ese pasado que se aferraba a su mente y se asía a su piel, de esa relación fugaz, secreta. Y a pesar de todo estaba decidido. Aunque sus sentimientos no se marchitaran aún, aunque no lo hiciesen jamás, su tolerancia no era eterna. Pensó casi divertido que no tenía por qué serla. Sabía que extrañaría esa belleza irremplazable, pero era su única salida, dejar ir, fluir, porque alguien había escrito su destino por ellos.

Llegó temprano, como lo había planeado, y se escabulló entre el gentío. Analizó, casi por recreación, para amenizar el momento y calmar los temblores de sus manos, por qué había sido invitado, y sabía la respuesta, era la mejor forma de perpetuar el carácter oculto de los hechos inconfesables, sin el acecho de las más temibles sospechas.

Acudió apresurado al ser que añoraba su memoria, quien estaba vistiéndose para su propia boda. Y él supo cómo actuar. Rodeó su frágil cuerpo con sus brazos para besarse por última vez. Porque él ya había maniobrado entre las mangas de su camisa de seda, para hundirle profundo el metal helado. Sus labios le aprisionaron la boca para que no pudiera gritar. Depositó con suavidad sobre el piso el cuerpo que todavía lo enamoraba. Y huyó. La ceremonia comenzó, pero uno de los novios no aparecía. La búsqueda finalizó en el vestidor, donde descansaba sobre un charco de sangre, sin vida. Sobre la herida en su estómago, la novia se quitó el velo, dejando al descubierto su cabellera de bucles dorados. Y se puso a llorar sobre el muerto.


Dynka


(Nadia C. García, Buenos Aires, 2004.-
Premiado con el Primer Premio en el Concurso Literario La Idea, categoría Cuento Adolescente, 2005, en su 90º Aniversario)

5 comentarios:

  1. Uyyyyyy!!!! que cuentón!! Casi me infarto con el final jajaja!! Me encanta este estilo de cuentos que realizás Nadia! Es enorme tu capacidad para captar una instantánea en la vida de tus personajes, de sus emociones, sus pensamientos... Este es uno de los mejores cuentos que te he leído, top 3 seguro ;) .

    Pasando al cuento en sí, admiro mucho lo verosímil de las fundamentaciones, de los argumentos que esboza cada protagonista para justificarse en su obrar; son un excelente retrato de muchas de las actitudes humanas, exacerbas aquí quizás, pero perfectamente fieles a lo propio del hombre: Un ser en relación con otros y que llegará a ser lo que deba ser si esas miles de relaciones a las que se vinculará terminan siendo fructíferas.

    "...en virtud del resguardo de su propiedad tenía la libertad de obrar a su antojo..."

    Más de un quilomberito te elevaría un monumento sólo por esta frase ^^

    Besos!! y como siempre, mis felicitaciones!!

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  2. Muy bueno el cuento boluda...posta

    PD:Era medio puto no?

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  3. jajaja te sentiste identificado?? :P

    gracias por los coments, chicos!!! espero seguir leyéndolos por acá, y traigan gente (?)

    Keno, lo del "kilomberito": ¡¡ ¬_¬ !!

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  4. Mama mía. Qué cuentazo!
    Felicitaciones niña.

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  5. Muy buen cuento, realmente me encanto! escribis muy bien! me gusto como manejaste lo de "relacion prohibida"

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